LA CARRETERÍA Y LA VACA SERRANA SORIANA – I

La Carretería y la Vaca Serrana Negra

Allá vienen las carretas…
lo han dicho el pinar y el viento,
lo ha dicho la luna de oro,
lo han dicho el humo y el eco…

Son las carretas que pasan
estas tardes, al sol puesto,
las carretas que se llevan
del monte los troncos muertos…

¡Cómo lloran las carretas
camino de Pueblo Nuevo!

Los bueyes vienen soñando,
a la luz de los luceros,
con el establo caliente
que huele a madre y a heno.

Y detrás de las carretas,
caminan los carreteros,
con la aijada sobre el hombro
y los ojos en el cielo.

¡Cómo lloran las carretas
camino de Pueblo Nuevo!

En la paz del campo, van
dejando los troncos muertos
un olor fresco y honrado
a corazón descubierto.

Y viene el Ángelus desde
la torre del pueblo viejo,
sobre los campos arados
que huelen a cementerio.

¡Cómo lloran las carretas
camino de Pueblo Nuevo!

Cuando pasan las carretas
por la puerta de mi huerto,
rezo por los pobres troncos
un humilde Padre Nuestro;

y sueño con una lluvia
de rosas para los viejos
que den amor a los nidos
estas tardes del invierno…

¡Cómo lloran las carretas
camino de Pueblo Nuevo!

Juan Ramón Jiménez
“La tristeza del campo”, VIII. “Pastorales”

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La Carretería y la Vaca Serrana Negra

Si se busca en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el significado de Carretería, nos aparecen varias definiciones. La primera “Conjunto de carretas”, después “Ejercicio de carretear”, otra “Lugar donde antiguamente pernoctaban al aire libre las carretas de transporte, en los arrabales o afueras de una población”. La última definición se refiere a un baile que con este nombre se danzaba en el siglo XVII “a imitación de los que usaban los carreteros y trajinantes”.

En el Diccionario de Autoridades encontramos: Carreta: género de carro largo, angosto y más bajo, cuyo plano es formado de tres o cinco maderos separados entre sí, y el de en medio más largo, que sirve de lanza donde se uncen los bueyes, que es con lo que se tira. No tiene más de dos ruedas, y estas sin herrar, porque en lugar de llantas llevan otras segundas pinas de madera. A los dos palos menores del plano se hacen unos agujeros, donde puestas unas estacas afirman la carga. (…) PARTID: 6.tit.9.I 42. Si el testador hiciese manda de alguna carreta o carro, aquel a quien es mandada tal cosa, la debe haver con la bestia que ha trahe. Recop. lib. 6. tit. 19. I. 3 Y cuando que los carreteros… pasaren y fueren por las Ciudades, Villas y Lugares de nuestros Reinos y Señorios y sus términos, con sus bueyes, mulas y carretas y carros, que los dejen y consientan pacer y estar y parar sus carretas y carros. CERV. Quix. tomo 2. cap. 11. Venía la carreta descubierta a cielo abierto, sin toldo ni zarzo. Edición facsímil. Tomo primero.

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El entorno geográfico

La Cabaña Real de Carreteros surgió como necesidad para regular una actividad que llevaba siglos funcionando, el transporte a lo largo y ancho de la península ibérica de todo aquello que sus habitantes necesitaban, es decir, la Carretería. Fueron tres los núcleos carreteros: Ávila, con seis pueblos dedicados a esta actividad. Cuenca, con cuatro. Y la comarca de Pinares Burgos-Soria, la más importante, con dieciséis pueblos, más aldeas y derramas, sumando un total de veinte. Esta es la zona que vamos a tratar.

En la revista Rialares, número 6, de 1998, podemos leer en su Editorial: “no es desventurado afirmar que las montañas ibéricas han vertebrado histórica y políticamente este nación, al tiempo que sus bosques la han edificado materialmente”.

Toda la comarca está cubierta por pinos, pero abundan también el roble y la haya y, sobre todo, ricos pastos y abundancia de agua. Puesto que uno de los materiales más transportados fue la madera, la ubicación era la ideal, tanto para carretear con los troncos por toda España, hasta su destino, o hasta los ríos y mares, para acabar siendo transportados en barcos, como para la construcción y reparación de las propias carretas, más de cinco mil en el siglo XVIII. Por otro lado, la abundancia de agua y pastos era imprescindible para sostener a la numerosa cabaña de más de quince mil bueyes en el mismo siglo.

Esa riqueza forestal marcó durante siglos la comarca de Pinares Burgos-Soria. No solamente se cortaban y arrastraban troncos, también hubo una industria relacionada con la madera, de la que fue la mejor muestra la Real fábrica de Betunes de Quintanar de la Sierra, creada por el rey Carlos IV en el siglo XVIII. La fabricación, en Covaleda, de aros para cedazos y gamellas, fue recogida por José Tudela de la Orden, en un trabajo inacabado, pero que recogimos en su biografía “José Tudela, la persona y sus espacios” (2010, edición de la Diputación de Soria).

Para hacer aros era necesario que la madera de pino tuviera una veta fina, apretada y muy regular; de modo que al rajar con el hacho o la azuela el trozo de machón para sacar la raja, ésta corriese de modo regular hasta abajo, con un sonido peculiar que al arero le hacía exclamar: “Este pino dice”, cuando la raja salía fácil y regularmente. Las gamellas y los gamellos se hacían con un cuero o tajón de pino bueno, a hacha y a azuela. Las gamellas eran grandes hasta de un metro y más por 40 centímetros de anchas y servían para hacer las matanzas. Los gamellos eran pequeños, de 30 a 40 centímetros de largos por unos 30 de ancho y se utilizaban para echar el pienso a las reses en los pesebres”. Escribe también don José, en este mismo trabajo, sobre la sierra de “pata”: “… un cubierto techado con tejas, cerrado tan solo con costerones y sostenido sobre el río con 8 ó 10 fuertes pies derechos, como un palafito. En él, con el agua represada en un pequeño salto como en un molino, un sencillo mecanismo convertía el movimiento rotatorio en vertical oscilante de arriba a bajo de un marco rectangular en cuyo centro había una fuerte sierra de tronzador que aserraba lo que había sobre un sencillo carro de movimiento horizontal en el que iba cargado el rollo o la vida a aserrar. Este tren era movido por el pie del aserrador y con él acercaba o paraba el rollo o viga que estuviera aserrando. Estas sierras verticales son las que también alcanzó a ver en los pueblos pinariegos burgaleses y en Duruelo don Miguel de Unamuno y las describe (…) Muchos años después, en 1932, tuvimos la suerte y el honor de acompañar y de guiar a don Miguel por las provincias de Guadalajara y Soria en compañía de nuestro común amigo el salmantino don Marcelino Martín, catedrático de Ciencias Naturales del Instituto de Guadalajara en una excursión de cuatro días que hicimos en septiembre de 1932 por las provincias de Guadalajara y Soria”.

Gracias a la política forestal de repartimiento de los aprovechamientos, es posible recorrer en la actualidad esta comarca de Pinares y encontrarla muy parecida a como era en la época de esplendor de la Cabaña Real de Carreteros. Como podemos leer en la citada revista Rialares: “Si nos fijamos con atención, veremos las huellas de nuestros antepasados: caminos, arrastraderos, veredas, puentes, tenadas, chozos, potros, aserraderos, molinos, hornos, carboneras, caleros, canteras, adoberas, tejeras… No están ahí porque sí. Eran las instalaciones para el manejo del medio forestal y todas ellas cumplían su ecológica y económica misión”.

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La Cabaña Real de Carreteros

Como institución fue fundada en 1497 por los Reyes Católicos, uniéndose a ella los cabañiles y sus derramas en 1629. Antes de la constitución, los serranos de la comarca de Pinares estaban organizados en Hermandad.

Son varios los autores que se han ocupado del estudio de la Carretería, que fue objeto de una tesis doctoral por parte de Pedro Gil Abad, cuyo resumen fue publicado por la Diputación de Burgos, en el año 1981, a la que recurriremos para este trabajo. También el soriano José Tudela de la Orden se ocupó de la institución de la Cabaña Real de Carreteros, donde se agruparon las personas dedicadas a esta actividad. Él definió así el oficio que nos ocupa: “Las antiguas “carreterías” de bueyes, antes de la construcción de los ferrocarriles, hacían el tráfico que luego hicieron los trenes de mercancías”. En cuanto al marco geográfico donde se desarrolló esta actividad, escribe: “Como era natural, surgieron estas carreterías en centros donde era fácil la cría de ganado vacuno; en Castilla, en los frescos valles de las serranías castellanas del Sistema Central y de los Montes Ibéricos, en las provincias de Ávila, Segovia, Burgos, Soria y Cuenca”.

La “Cabaña Real de Carreteros de Burgos-Soria”, o como se la denominó antiguamente, “Junta y Hermandad de los Carreteros de la Real Cabaña y sus derramas”, y aún encontramos otra definición, “Cabaña Real de Carreteros, Trajineros, Cabañiles y sus derramas”, estuvo integrada por pueblos de la provincia de Soria y Burgos, correspondientes a lo que ahora conocemos como la comarca natural de Pinares. A lo largo de la historia, estos pueblos han tenido diferentes modelos de administración política, aunque la mayor parte del tiempo han permanecido en la misma los pueblos que en la actualidad pertenecen a la provincia de Soria. En la Comunidad de Villa y Tierra de Soria se inscribían: Molinos de Duero (Molinos de Salduero), Covaleda, Duruelo de la Sierra, Herreros y Villaverde. En la Comunidad de Villa y Tierra de Cabrejas, Cabrejas, que antes perteneció a la Merindad de Santo Domingo, y Abejar. A la Merindad de Santo Domingo pertenecieron los pueblos sorianos de San Leonardo (Sant Lionarde, del monasterio de Sant Pedro de Arlanza), y sus aldeas: Navaleno, Casarejos, Arganza y Vadillo. Y los burgaleses de Regumiel (Río Gomiel, del monasterio de San Pedro de Arlanza), Quintanar de la Sierra (del monasterio de San Pedro de Arlanza), Palacios de la Sierra (lugar solariego de donna Mayor, mujer que fue de Ferrant Sanchez de Velasco, e de sus fijos y de doña Maria, mujer de Diego Perez Sarmiento), Vilviestre del Pinar (Bilvestre, lugar solariego de Diego Lopez de Haro y en la fecha doña Sancha, su mujer, y Juan Diaz de Roca Fuy), Canicosa (merindad de santo Domingo, del abad y del convento del monasterio de San Pedro de Arlanza), Hontoria del Pinar (Fontoria del Pinar, del abad y del convento del monasterio de Sant Pedro de Arlanza), con sus aldeas Navas del Pinar y Aldea del Pinar. De estos pueblos, unos son de realengo, otros de señorío y otros de behetría. Las “derramas”, fueron Cabrejas del Pinar, Abejar, Herreros y Villaverde.

Volvamos de nuevo a Tudela, para saber cuáles fueron los servicios prestados por los carreteros:

Las carreterías prestaban servicios de carácter privado, como el transporte comercial de frutos y manufacturas en el interior de la Península y para el comercio exterior y, además, prestaban servicios de carácter público, tanto en guerra como en paz. En tiempo de guerra podían ser confiscadas las carreterías para el transporte de víveres, municiones, pertrechos, heridos y enfermos. (…) Además podían ser requisadas las carreterías por los intendentes de las provincias para el transporte del numerario recogido por la recaudación de las alcabalas para llevarlo a Madrid, y para el transporte de las remesas de metales preciosos llegados de Indias a Sevilla, desde este puerto a Toledo, Madrid o Segovia, aunque la mayor parte pasaba a otros puertos de Italia para pagar a los banqueros genoveses, austríacos o flamencos. Otro transporte de carácter público era también el de la sal, pues la sal estaba estancada y el impuesto sobre la sal era un arbitrio general, por su gran difusión, de gran importancia para la Hacienda, y eran las carreterías las que la cargaban en las salinas de Poza (Burgos), Imón (entonces Soria), para llevarla no sólo a las “Casas de la sal” que había en las capitales y pueblos importantes, sino a los pueblos, no sólo para el consumo humano sino también para el consumo de los ganados; y por esto explican los carreteros, en el citado pleito con los sexmeros, que tienen que apartarse de los caminos, por no haberlos, e ir a campo traviesa para llevar la sal a ciertos pueblos. El reparto de la sal dependía de la Secretaría de Hacienda, así como el transporte de personas notables y de sus bagajes; pero siempre, en todo caso, por orden oficial y con la recompensa debida”.

Siguiendo a Pedro Gil Abad, tan importante fue el servicio prestado por los carreteros en la guerra de Granada, que a raíz de ella le fueron concedidos los privilegios, tan importantes como los dados al Honrado Concejo de la Mesta. Durante quince años, de 1640 a 1655, los carreteros de Burgos-Soria transportaron por orden de la Corona, y a su costa, munición artillería y suministro a los ejércitos de las guerras de Cataluña y Portugal. Otro importante transporte fue el de lana, que se hacía desde los lavaderos y secaderos de Segovia a Burgos y de ahí al Cantábrico. Asimismo desde Vinuesa al Cantábrico, pasando por Ágreda. Transportaban todo tipo de productos, además de lana y suministros de guerra, como la sal, carbón, grano, leña, piedra. A finales del siglo XVI se controla por parte de la Corona las carretas para abastecer Madrid y en general las grandes ciudades, de trigo y otras subsistencias.

A principios del siglo XVI, se agravan las demandas de transportes, al tener necesidad de acudir los carreteros del área Soria-Burgos a las minas de mercurio de Almadén. Quizá fue a causa de la expulsión de los moriscos, pues desde esa época tienen problemas de transporte las minas de Almadén y, desde entonces, dejan de aparecer los carreteros del área de Granada” (Gil Abad).

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2 respuestas a LA CARRETERÍA Y LA VACA SERRANA SORIANA – I

  1. miguel a. jimeno dijo:

    Seguid poniendo artículos. Gracias

  2. Pingback: HISTORIA DE COVALEDA CUMPLE 3 AÑOS | HISTORIA DE COVALEDA

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