PUEBLO, PAISAJE Y LUZ, INAGOTABLES
Covaleda, “¡Poesía eres tu!”
Un día se me escapó -hoy lo recuerdo- este piropo becqueriano: COVALEDA, ¡POESIA ERES TU!
¡Sí! Poesía sustancial con todos sus epítetos.
Doncella primaveral, virgen y madre.
Ojos diáfanos: tus estrellas.
Tez azul-celeste: tus días claros.
Talle erguido hasta las nubes, apuntando al vértice del globo terráqueo.
Adornada de perlas: Rocas.
Protuberancia túrgida en tus senos: Montes.
Cobertura germinal de tus, entrañas: Praderas y valles.
Manos de nácar líquido: Arroyos, fuentes, nieve.
Cabellos de oro verde: Innumerables pinos. Robles.
Columnas de alabastro, piernas ágiles de gacela: Sendas, caminos, bellísimos parajes.
Sonrisa adolescente: Luz del sol -tu sangre- filtrada. entre los pinos, besando los helechos.
Ritmo en danza de tus ágiles músculos: Equilibrio armónico. Inspiración. Éxtasis. Silencio.
Aire divino, exhalando aliento de vida -alma- en tu floresta . ..
Un día -trece años- te contemplé, te admiré, te gocé.
Me enamoraste. Y no puedo salir de tus embrujos.
¡Prisión feliz! ¡Cautividad perpetua!
Gemían mis requiebros…, y los oísteis, vosotros, queridos pinariegos, y me invitasteis y yo acepté gozoso, a daros a conocer mi poesía relacionada con el milagro ecológico de Covaleda, y su entorno.
Pretender ser el verso, la metáfora, la rima, la palabra, el embrujo, el humanismo, la metafísica de esa poesía … ¡ay! pretender ser el poeta de esa poesía, ¿no es un riesgo?
¡Sí! Ahora palpo el compromiso de mi: atrevimiento.
¡Siquiera el ruido de mi palabra arcaica os haga oír la musicalidad perenne de esa armonía cósmica!
¡Siquiera las sombras, torpes de mis razones soñadas os hagan percibir, más transparente, la luz eterna de esa hermosura, de esas evidencias.!
¡Siquiera la represión subconsciente de mis sentimientos, en ella expresados, favorezcan la eclosión espontánea y temblorosa de los vuestros, latidos por esa vida paradisíaca!
¡Desagravio seria de ese atrevimiento comprometedor!
Urbión
Testigo eterno en piedra de granito
de aquella vida cósmica lejana
que de la Tierra-Madre por ti emana
en palpitante y pudoroso grito.
Toda estrella que ronda el Infinito
cada noche se te hace tan cercana,
que ilumina tu cumbre soberana
y tu relieve palpa con su rito.
Nieve cobijas, aupas Tú las nubes,
vientos engendras, abres horizontes,
geografía enseñas y los montes
niños, pequeño dios, son tus querubes.
¡Siglos y siglos colosal remontes
que hasta el Cielo, TU URBION, al hombre subes!
Los apretaderos
Visión de abismos y del cielo en ellos,
rocas lamidas de agua virginal,
trucha alevín en cuna de cristal,
juego de luz quebrando sus destellos ;
Claustros mirando hacia horizontes bellos,
Duero infantil, novicio monacal,
naciendo sin pecado original,
eclosión cósmica en plurales sellos;
Ritmo en silencio, paraíso hallado,
pórtico abierto a místicos senderos,
alma liberta en abismal collado;
Roca, agua, pino, taumaturgos fieros
de este milagro en Cova1eda anclado,
que alumbra un claro sol: ¡APRETADEROS!
La roca en el pinar
El viejo cosmos late en tus entrañas.
¡Ay! nadie escucha tu silencio asceta,
cara de monstruo aireas tan escueta
que en sus perfiles, al besar, arañas.
En la noche-ficción ¡cuántas patrañas
urdes al alma niña y recoleta!
Regala hoy tu ternura a este poeta
que goza tu presencia y dí qué extrañas
vivencias cósmicas, alud de fuego,
cuentas al mundo vegetal, tu amigo.
No tengas más secretos ya conmigo:
Dime por qué viniste tú a este juego
perenne de la vida y del paisaje
en el vasto pinar, ROCA SALVAJE.
Piedra andadera
De puntillas quedó en el cataclismo
(geológico baile de la tierra
adolescente, que su pudor destierra,
para exhibirse en vértigos de abismo)
de puntillas quedó en el paroxismo
al final de la danza en esta sierra;
y al movimiento estático se aferra
cuando Hércules le muestra su divismo.
Pirámide invertida, cual la esfera.
en un punto del plano te sustentas
al par que tu volumen grueso ostentas;
Entre coqueta, tuna y hechicera
el mito azul ¡qué bien lo representas
al vulgo soñador, PIEDRA ANDADERA!
Pozo de San Millán
«POZO DE SAN MILLAN», mesón en fiesta,
a tus soñados lares acogido,
-mi angustia en tu dintel se fué al olvido-
feliz renazco y gozo tu floresta.
Abriose el paraíso. El alma enhiesta
goza su cielo azul del sol bruñido
y el cuerpo, que renquea entumecido,
recobra su vigor en dulce siesta.
Piscina en su regazo el Duero ofrece,
condumio de gañán la brasa cuece;
aquí subyuga el natural misterio,
aquí se bebe casto refrigerio;
aquí el hombre ancestral, con su cultura
duerme en su antropomorfa sepultura.
PENTAGRAMA CON PINOS y SONETOS
I. – Vegetal rascacielos
Que no es mi fantasía ardiente y loca
la que finge el espléndido universo
del pino señorial, ni el frágil verso
construye arquitectura tan barroca.
El tacto ansioso de mis ojos toca
esa realidad del pino inverso;
en éxtasis tres horas yo allí inmerso,
los cielos se regalan en mi boca.
Vegetal rascacielos, en que habitan
la nieve, el sol, la nube, el aire, el fuego,
mientras tus avenidas y rasantes
en ritmo perezoso las transitan
medusas mitológicas, gigantes,
¡¡¡rapta mi vida, enrédala en tu juego!!!
II. -En el espejo del río
Idéntico a ti mismo en doble estampa
duplicas tu hermosura a quien la mira;
tu mástil en las aguas aún se estira
y el cielo por doquier cae en tu trampa.
Tu majestad serena en él acampa
y en los abismos tu humildad delira;
pulsas en ellos tu sonora lira
y al hombre lanzas por gemela rampa
al misterio del éxtasis divino:
el alma contemplando se eterniza
y anda de aquellos mundos el camino;
su frente al fin sobre sus males iza
que encuentra la verdad de su destino,
y EN ESTE SABIO ENCUENTRO SE BAUTIZA.
III. -Mi pino albar
Mi pino albar, parábola extendida.
Raíces, tronco y copa en armonía.
Desnudo. Nada más. Tu lozanía
existencial pletórica escondida.
Abrazado a las rocas hasta el cielo
1anzaras tu esperanza en agonía,
cuando el recio huracán, la nieve fría
pretendan abatirte por el suelo.
No hay hombre sin ayer -raíz profunda-
en viva humanidad y sabia anclado;
sin tallo firme, de su hoy enamorado,
esnudo de barroca barahunda,
viviendo su expansión -limpia madera- ;
de la vida lanzado. ¡Dios le espera!
- EL PINOCHO DE LA ERMITA
Sobre los más altos sillares de uno de los contrafuertes de la ermita de la Virgen del Campo -en fase de reconstrucción en la actualidad- crece este insólito pinocho, que agarra su raíz entre piedras.
IV -Pinocho en los sillares de la ermita (1)
Retoño del pinar que en una grieta
te cobijaste, al vuelo, de la Ermita;
tu ansia de subsistir, ansia infinita
enarbolas al cielo en tu maceta.
Al muro tu raíz tanto se aprieta
que, en su eclosión, del pedernal suscita
un milagro perenne y te acredita
árbol sagrado, vegetal asceta.
Enjuto y secular, reto al estío
a la lluvia inclemente, al viento frío,
reto a la soledad, típica planta,
tu robusto vigor todo lo aguanta.
¡El testimonio de tu parca vida
a un ascetismo recio nos convida!
V. -Pertinaz, testarudo, solitario (II)
Se yergue, Pinariego, tu esperanza
sobre los jugos de la estéril piedra
como el pino serrano, cual la hiedra
en su eterno vigor, que al cielo lanza.
Ante las ruinas, viendo la tardanza
del resurgir (si el pesimismo medra)
a este Pino-Profeta no le arredra
la dejadez, la estéril añoranza.
Pertinaz, testarudo, solitario
grita una primavera restaurada:
Piedad, cultura, historia renacidas …
Hoy, de su ruina, emerge el Santuario,
tiembla la piedra nueva emocionada,
rezan las santas viejas distraídas.
Elegía del pinar arrasado
Doscientos años tu potencia espera
dar plenitud al germen de la vida;
para arrasar tu entraña florecida
sólo bastó una aciaga primavera.
El tractor rudo tu perfil altera
y hace gemir la roca en dos partida;
la alfombra de tu césped queda hundida
y el parásito arbusto prolifera.
Lento, muy lento, eterno surge el pino;
invisible, impotente gana altura,
alcanza ya en las nubes su destino
y al cierzo desafía en su bravura;
solaz para el viajero en su camino,
crea en su entorno plácida hermosura.
Los helechos
Del pino y de la roca convecinos
en la vaguada surgen los helechos
todas las primaveras. ¡Qué bien hechos
están sus arcos góticos! ¡Qué finos
sus segmentos oblongos! ¡Qué divinos
en su color y talle, cuando techos
de los rayos del sol! ¡Qué blandos lechos
os brindarán, cansados peregrinos!
En sus ritmos, al aura, en verdes sueños,
del cielo y de la tierra os fijen dueños.
Palmas cordiales, besos de la sierra,
que al alma regaláis felices horas,
guardando vuestro hechizo en las esporas,
vais a invernar al seno de la tierra.
El “almizcle”, hongo agárico
Naciste por la noche en un sendero,
te acunó entre sus brazos Madre-Luna,
esperaste el albor desde la una,
todo serás del que te halló primero.
Con pobres y con ricos lisonjero,
les colmas su ilusión y su fortuna:
cubres a aquéllos mísera laguna
y a éstos les das banquete placentero.
Cuan grande es tu humildad, tu poesía,
-flor en las sombras del senil otoño-
de arreboles como él tu lozanía.
De entrañas muertas vivencial retoño
que no parásito en la Ciencia fría.
¡ABRA LOS OJOS ANTE TI EL BISOÑO!
La margarita y el rocío
Una ninfa resucita
del seno de la pradera
en la aurora placentera:
¡La pequeña Margarita!
El ansia toda, infinita,
del pecho humano dolido
convierte en gozo cumplido
la dicha de Margarita.
¡Qué lozana, qué bonita,
qué sencilla, qué rotunda,
qué callada y pudibunda,
la virginal Margarita!
De la fría noche en cuita
nace el Rocío galante,
cara de cristal radiante,
va en busca de Margarita.
Un silencio se suscita
prolongado entre los dos;
al fin les sonríe Dios
a Rocío y Margarita.
Al beso la Dama invita,
casto, lozano, brillante;
ya le roza el pulcro Amante
la boca a su Margarita.
Su regalo deposita
de oro blanco -luz- en ella;
y se convierte en estrella
la cara de Margarita.
La aurora cantos musita,
de aplausos, sonrisas mil;
con su boca de pensil
brinda por su Margarita.
Las acacias del atrio
Blancas, silvestres, púdicas doncellas;
que en vuestra lírica-amorosa audacia
la frescura exhibís de vuestra gracia,
en un alarde de eclosión de estrellas.
Ojos, labios tenéis, manos tan bellas
que en vuestras ramas, hojas, flor de acacia,
besos de identidad, de aristocracia,
al viento dais y acariciáis con ellas.
Vestidas de azahar, novias en junio,
sentisteis su flechazo un plenilunio,
vivisteis el amor un mediodía,
cuando el Sol-Febo amante os absorbía
en éxtasis libando vuestro aroma,
hasta colmar de luz vuestra redoma
Agua viva del río
Fluvial, eterna, viva, inacabable;
ágil, sutil, profunda y luminosa;
humilde, pura, suave y generosa;
sonora en la caída, al beso amable;
de la montaña al mar, sed insaciable;
cansada en los meandros; sangre –rosa-
fruto en la huerta púber; temblorosa
espiga y luz del campo inmensurable;
espejo de los árboles y estrellas,
de las nubes, del sol y de la luna;
embrión del pez y de las ninfas bellas
inmaculada y deliciosa cuna …
VIRGEN Y MADRE, retenido en calma,
el infinito anhelo ten de mi alma.
Truchas del Duero
Aparición dinámica en cristales,
corre voraz la trucha en su elemento;
rayo de luz en este firmamento,
presa de anzuelo y cebo al fin, fatales.
Sus perlas de rubí -sus iniciales-
identidad legítima y contento
darán al anfitrión con buen sustento,
hipérbole infinita en sus anales.
Al polvo reducida, Reina fiera,
perla preciosa de las aguas, viva,
ya tu astucia sagaz está cautiva,
en el breve confín de la chistera.
Entre espasmos de horror tu muerte espera
que alegrará la reunión festiva.
Embrujos de la nieve, en los pinares
¡Oh! … Mansa, dulce, milagrosamente
se regala el cielo en nieve pura.
Caen, cernidas, límpidas estrellas.
Silencio blanco y quietud eterna.
Luz fluorescente en la tierra hermosa.
Todo es distinto, porque lo haces nuevo.
¿Vienes del Paraíso, hermana bella,
entre nimbos envuelta de recuerdos y nostalgias?
¿El cielo llega hasta la tierra arisca
la tierra amable hasta los cielos sube? …
Identidad. Abrazo. Y emoción ambigua.
Ambos a dos en la porfía llenos.
Nieve temblorosa, nieve esperada.
Te anunciaban la escarcha, el viento frío
la nube lívida y el día corto.
¡Ya estás aquí, oh nieve!
Una, grácil, personal, libérrima,
loca, infinitamente múltiple,
como doncella, día de fiesta
milagrosamente individual,
vestida, en tu pudor, de encajes,
cuando vives y gozas
en vuelos, en brincos de emoción,
en suspiros de tierra y cielo
(quieres caer – quieres volar) .
tu breve vida:
¡un minuto!
en los espacios,
mientras te deslizas en tu propia tumba,
fría, larga, monótona,
aplastada, aplastante, impía, anónima.
¡Ya estás aquí!
Omnipotencia frágil, paralizas todo.
Fragilidad omnipotente, todo lo ablandas.
¡Dulcísima caricia en gélidas entrañas!
Virginal, tentadora, voluptuosa …
escuálida, evanescente.
Cósmica fantasía, que recrea el mundo.
Espléndida imaginación que lo embellece.
Poetisa, pintora, genio arquitectónico,
tu impronta artística
poemas firma,
y finge cuadros
y construye bellas ciudades.
Coreografía.
Al ritmo y música del viento alado,
sobre el hielo -cristal de los espacios-
coro infinito de infantiles ninfas
dinámicas, etéreas, fantásticas,
su ballet danzan . Copos de nieve estilizada.
Mundo de ensueños sobre realidades pétreas.
¡Oh monstruos, oh gigantes, oh dragones!
-hijos deformes de la nieve parturienta-
escalofriantes abismos, que no aterrorizáis,
Sí que atraéis a los niños encantados
-imaginaciones vivientes,
corazones temblorosos-.
Ellos, manos blandas,
¡Oh blanda nieve!
imitarán gigantes torpemente
-muñecos-
Ellos, corazones santos,
simularán combates con tus bombas blancas.
Tú, emula de la justicia;
en fiesta universal,
tus joyas condecoran montes sublimes
y la piedra rodada;
árboles esbeltos
y el arbusto enano;
edificios gigantes y la humilde choza,
destacando al tiempo
geográficos y urbanos accidentes.
Emula de la caridad,
divina y solidaria,
tu fuego en hielo,
lo aproxima todo, limando aristas,
salvando distancias,
ennobleciendo por igual el universo tuyo.
Las cosas viles y rastreras antes,
en éxtasis, dormidas, celestial ahora,
seres divinizados parecen,
en ,gracia sobrenatural inundados.
De las pajas inútiles o espigas vanas
haces flores caprichosas;
de los cardos estúpidos e hirientes
maravillosos encajes.
Al sol guiñas tus ojos, orgullosa.
y a las estrellas vuelves la espalda, coqueta.
Que te has arropado, segura de ti misma,
en los cristales diáfanos, duros, consistentes
de tus hielos.
Tú, niña, recientemente concebida
-cocida, madura, púber en ellos-
(en los hielos)
miras desde allí, altiva, plateada, luminosa,
irritante, al sol lejano, al sol abuelo, invernal, decrépito,
que va a la tumba de la noche negra.
Esperarás un sol adolescente,
más juvenil, -mañana-
tuyo, ardiente.
Inquieta, en prisas por amar, no duermes.
¡Qué sonrosados tus labios púdicos!
¡Qué sonriente tu rostro pálido!
Cuando así miras
romántica, celosa, Tú, en la noche,
abrazada a tu amante en el reflejo de la luna.
«¡Que no tengo frío!» –
al oído del corazón le dices.
“Que ardo en deseos de la aurora nueva,
para verte y sentirte cerca de mí,
más cerca,
para engendrar,
al tacto puro de tu rayo limpio,
de mis entrañas hondas, agua virgen,
en infinitas perlas,
que te reflejen siempre
y lleven doquiera la imagen
de tu rostro amado en sus cristales,
regalando tu vida a tierra estéril.
Duermo mis sueños.
¡Ay si a la vez los tuyos despertase! …
¡Que no profanen nuestras bodas castas
los pies manchados de la bestia impúdica!
¡Que no erosionen nuestro lecho íntimo
huellas humanas, su atrevida industria!
¡Protéjanme mis eunucos-hielos,
que tuya soy, parida de las nubes,
sólo soy tuya y de los ojos vírgenes!
Así:
¡Para engendrar el agua solamente
y un himno inmenso al Creador de todo! …
¡Dormid, humanos, éxtasis divino,
que limpias sábanas os he extendido!
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