II
Asesinato implacable
El día 26 de septiembre del año 1976, invitado por un amable pinariego, emprendí el viaje de mi visita al paraje llamado «Cueva-Mujeres», donde se alza la Cruz del Tío Lerín.
Junto a ella había un pino muy grueso con horquilla a unos seis metros de altura, pino que estaba marcado para la corta.
El pino en cuestión era con mucho el más viejo de todos los circundantes. ¿Fue respetado en alguna tala anterior en memoria de estos hechos?
Situado a corta distancia de la Cruz, fue, sin duda, testigo (y de algún modo cómplice) del célebre asesinato.
Allí mismo se conserva la tocona, también gruesa, de otro pino que parece fue gemelo del que estaba en pie, a la sazón.
Entre ambos pinos, sin duda, se escondió el asesino del Tío Lerín.
Corre a sus pies un diminuto arroyuelo.
Pedí indulto para este pino sentenciado a muerte; pero había llegado tarde. Creo que ya se ha cumplido la sentencia: su tala.
PARTIDA DE ENTERRAMIENTO DE CIPRIANO GARCIA
En el Libro VI de difuntos de la parroquia de Covaleda hay consignada una partida que dice así:
(Al margen) «Partida 608.
A. CIPRIANO GARCIA
Edad 32 años».
(En el cuerpo de la partida,) «En diez y siete de Julio de mil ochocientos setenta yo el infrascripto Cura de esta Parroquia sepulté en el Campo Santo de la misma al cadáver de CIPRIANO GARCIA LLORENTE, consorte de Juana Rubio de Miguel, de este Pueblo. Ningún sacramento recibió por haberle encontrado muerto ayer digo anteayer en el sitio llamado Cuerda de Cuevamugeres término de este Pueblo colindante
con el de Vinuesa, después de buscarlo cinco días. Precedió mandato judicial para el levantamiento del cadáver y demás al efecto. Dejó tres hijas Tecla, Francisca y Eugenia: y para que conste lo firmo fha ut supra. Cándido Domínguez» (Rubricado).
- CUERDA MAYOR, EN LA RAYA DE VINUESA
Se tiene como «rumor general» que este fue el despeñadero por el que el tió MeIitón arrojó el cadáver de Lerín, que fue hallado días después, al fondo del precipicio.
Pinos, rocas, agua y cielo,
silencio de sol a sol,
aire impoluto y estrellas
luciendo su resplandor,
presencia viva del bosque,
no hay más en este rincón.
(Que me desmientan, si quieren,
aquél pájaro cantor
o la modestia silvestre
de alguna rústica flor) .
Montaña-bosque-jardín,
“Cuevamujeres” es hoy
patíbulo despiadado,
carnicería feroz.
Torcido en sus intenciones,
bien derecho en su intención,
por veredas muy torcidas,
muy derecho allí llegó
el asesino robusto,
el asesino a traición .
Mañanita luminosa
de julio calentador,
que en las venas de los hombres
vas metiendo tu calor,
en Covaleda te vive
ardiendo la población.
Sale al monte y a la plaza,
se asoma alegre al balcón;
que en el invierno la nieve
a todos arrinconó.
al niño, al joven y anciano,
tertulios, junto al fogón.
Mañanita luminosa
de julio calentador,
pronto en tormenta terrible
y en noche de traición,
en sangre, en luto y en llanto
cambiarás tu resplandor …
Dice el asesino al hacha,
que en el hombro, previsor,
carga con viles propósitos:
-«Allí estaremos los dos
bien seguros al acecho.
Yo ocultaré mi intención
y tú el filo bien cortante
que una piedra esmeriló.
Hay dos pinos corpulentos
que hermanos gemelos son
(como hermanos también somos
y… «¡criminales!» tú y yo)
Aquellos están muy juntos
tienen el mismo tocón;
nosotros un mismo acero
tenemos y un corazón» …
Y allí el asesino impávido
-que es hacha de 1eñador-
En silencio calculado
a su víctima acechó.
¡Oh silencio furibundo
maquinando la ocasión!
Las horas se han hecho siglos,
los siglos eternos son.
¡Qué espera! . . . brilla el acero
y corta rayos al sol
en siniestro nerviosismo
el hacha del matador,
siembra chispas por el valle
y en las rocas un temblor
de alevosía satánica
anuncia la traición
que en telúricos espasmos
agranda su comezón,
Se ha detenido la historia
en su carrera veloz
y al hombre más primitivo
reencarna el vengador,
Caín y Abel, nuevo drama,
en nueva repetición;
sólo el progreso ha cambiado
el instrumento matón.
El “tío” Cipriano García
(la muerte le fulminó
esta mañana de julio,
que él temprano despertó
en sueños de su faena
y en ansias de su ambición)
es la víctima inmolada
ya en aquel vil corazón .
¡Satánico regocijo!
Treinta y tres años en flor
va a segar en un hachazo.
sin pelea y de rondón.
Damocles sobre su víctima
le oculta todo el terror.
Escapado al otro mundo
-que ya ha sonado el reloj-
como un fantasma ya vive
aquel humilde pastor
la prórroga de su vida;
más alegre y juguetón
que nunca pace el ganado,
con más afán e ilusión.
Despereza, avanza, ríe,
admira la creación;
trabaja, lucha, descansa,
nadie ve a su alrededor.
¡Cuántos pinos a su vera
van quedando! ¡Santo Dios!
Por sus nombres los conoce
de niño los aprendió.
Son amigos, muchas veces
han bebido su sudor.
Son amigos … y él no sabe
que su sangre ¡qué dolor!
¡ay! van a beber muy pronto
con severa indignación.
Pasa el arroyo que canta
una siniestra canción:
– «Al tió Lerín han matado
aquí con mala traición;
eternamente lo lloro,
su sangre me salpicó».
Pero él se bebe las notas
y el inocente pudor
del agua, que le recata
su presentido dolor.
Pasa el arroyo que filma
la verdad en la ficción;
que en el espejo no ha visto
la sombra del «Melitón».
Por última vez confiado
su muy robusto pie alzó,
que de las sombras un rayo
siniestro le fulminó
y la víctima despierta
de su fatal ilusión.
Por la espalda, dando al cuello,
el hacha le deslizó;
del alma le sale el alma
y del pecho un surtidor
de sangre roja que, hirviendo,
su muerte le rubricó.
Ni le temblaron las manos,
ni le tembló el corazón …
que los tenía de acero
el asesino traidor.
El cuerpo convulso en tierra,
gritando su alma el dolor,
las rocas sus plañideras
y el heno su cobertor,
testigos solo los cielos,
sin venganza el vengador,
allí perece la víctima,
su memoria allí quedó.
De piedra, brazos robustos
con ansias de bendición,
la fe cristiana de un pueblo
una cruz allí plantó;
ella redime venganzas
y ofrece a todos perdón.
De todo cuanto os he dicho
fuí testigo y mi fe doy;
que soy el pino más viejo
de toda la población.
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