VICTOR ALGARABEL
COVALEDA: ENTRE PINOS Y ROCAS
SORIA – 1984
A mis queridos amigos de Covaleda, coautores de este poema.
Llegué, ví … y me abriste de par en par las puertas de tu paraíso, Covaleda.
¡Gracias!
Y contemplé y gocé, embelesado, tu paisaje y tu ciudadanía.
¡Diez mil hectáreas de calles, pobladas de pinos y pinariegos!
Cada paraje de vuestra jungla (entre pinos y rocas se ha desenvuelto vuestra vida) está marcado por una vivencia telúrica, recios covaledenses.
Algunas trágicas.
A la memoria viene la figura histórico-legendaria del Tío Melitón.
En las ¡tertulias del invierno, junto al fogón chispeante (ascua del tronco-cándalo del pino o del roble) lo oí yo contar.
El alma se estremecía. ¿Historia o leyenda?
Estremecida el alma, la fantasía volaba y recomponía los episodios dramáticos.
Y surgió el poema. Nuestro.
En él oiréis a vuestros ancianos; hablarán vuestras abuelas.
Chisporrotearán los pinos vivos y los robles, hechos ascuas, al fuego de la emoción.
Aplaudirán las rocas, en explosión de llanto.
Cronista me constituí.
Soñé ser poeta y arrebaté la lira a los abuelos, a los pinos, a las rocas.
Me hago hoy trovador y empezaré a recitar versos.
¡Ah! … y poned vosotros el fondo musical apropiado y la diapositiva real del paisaje que circunstancia cada escena.
El corazón, la música; la imaginación, la diapositiva.
Cinco episodios cuento:
NOCHE DE VENGANZAS,
ASESINATO IMPLACABLE,
VECINOS DE LA SELVA,
EL TERRORISTA ATERRADO, y,
EN LA BOCA DEL TRABUCO,
más una INTRODUCCION y un EPILOGO.
Setecientos setenta y siete versos menos uno; están bien contados y los podéis contar.
«Toma y lee».
- EL. PORTLLO DE LA REMENDA. CUEVA
-Se trata de la cueva grande, o «de arriba», que tiene tres accesos -Ia fotografía muestra la boca mayor- en la que el Tio Melitón despeñaba y descuartizaba las reses.
ROMANCE DEL TIO MELITON
Introducción
Covaleda, «(Cueva-alegre»,
Covaleda, en tu pinar
guardas misterio y leyendas, …
leyendas que son verdad.
Leamos en el vetusto
archivo de este Lugar
lo más presto que podamos
en partida original;
que los más valiosos códices
¡ay! muy pronto talarán.
Perdón, señores, perdón
por este engaño falaz.
No son pergaminos muertos,
ni enigmas sin descifrar
los que guardan los secretos
que intentamos desvelar;
son testigos presenciales
de la cruel realidad.
Ellos 1o vieron: ¡Los pinos!
y gritaron “¡criminal!”.
(Decidlo, rocas eternas,
que vivís su intimidad).
Ellos temblaron de miedo
por no poder confesar
Mas… sí saben confiarse
con honradez vegetal
secretos unos a otros,
misterios de guerra y paz.
En las noches del invierno,
cuando arrecia el huracán,
los pinochos ateridos
y apiñados junto al lar,
de los pinos centenarios
-corpulenta majestad-
Sus abuelos fidedignos,
oyen crónica oficial .
También de miedo los jóvenes
con temblorosa piedad;
su copa, tallo y raíces
trasiegan vida ancestral
a la suya enarbolada
en su ardiente mocedad.
Y protesta cada uno
y protesta cada cual
que no es pino retorcido
para ocultar la verdad;
que son pinos rectilíneos,
la más pura raza albar;
que la verdad manifiestan,
toda y sola la verdad.
Preguntémoselo, a ellos
con discreta habilidad;
preguntemos sabiamente
que nos sabrán contestar.
Datos históricos
Me sugestionó la figura del, Tio Melitón, como a los nativos de Covaleda.
Pero… ¿Era un mito? ¿Fue un personaje real?
Se desconocían sus datos históricos.
Un día pensé despejar la incógnita y recurrí a los Libros Parroquiales.
Mi curiosidad quedó, en parte, satisfecha.
En el «Libro de los índices de los Libros de Bautizados: primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto…» al Folio 115 consta el nombre de MELITON LLORENTE RIOJA, que el autor del índice destaca con letra más gruesa de lo normal; en la lista de la página ocupa el lugar 20, el segundo del año 1838, con el Nº 1.706, a la derecha. Con letra distinta a la del autor del índice (parece letra de D. Francisco García) se antepone este calificativo: «EL CELEBRE» Y se pospone el siguiente: «…Y TERRORISTA». (No hay ninguna intención ni necesidad, por parte del autor, al utilizar la palabra «terrorista», para que suscite relación con actuales «terrorismos» al uso. La palabra en cambio, con sentido condenatorio está escrita en el Libro de Índices).
Localizo así la partida de Bautismo en el Libro 5.° de Bautizados, al Folio 423 (vito.) Y Nº 1.706. (Al margen dice)
– “1706
Melitón Llorente
y Rioja».
(En el cuerpo de la Partida, dice):
«En Covaleda a trece de marzo de mil ochocientos treinta y ocho yo el infrascripto Cura de esta Parroquia bauticé solemnemente a un niño que nació el diez de dicho mes y año y le puse por nombre MELITÓN. Es hijo legitimo de Pascual Llorente y de Martina de Rioja. Nieto paterno de Esteban Llorente y de María Blanco; materno de Calixto de Rioja y de Adriana Santorum. Todos naturales de este pueblo. Fue padrino su tío paterno Vicente Llorente, a quien advertí la cognación espiritual y obligaciones: y para, que conste lo firmo fha ut supra. Cándido Domínguez» (Rubricado).
Ocasionalmente y, con grata sorpresa, localizo también la partida de Bautismo de un hijo suyo.
En el Libro 6º de Difuntos, de esta Parroquia, al Folio 47 (vlto.) Nº 342, hay inscrita una partida, ¡que literalmente copiada dice así: (Al margen,):
«342
Párvulo sin nombre.
Parroquia de Covaleda.
Nació ayer».
(En el cuerpo de la Parlida dice así):
«En veinte y dos de Enero de mil ochocientos sesenta y dos yo el infrascripto Cura de esta Parroquia sepult en el Campo Santo de la misma a un niño, que bautizó por necesidad D. José Peña, Médico-Cirujano de este Pueblo, hijo legítimo de Melitón Llorente y Francisca García de esta vecindad: Y para que conste lo firmo fecha ut supra.
Cándido Domínguez». (Rubricado) .
I
Noche de venganzas
Este episodio es uno de los más conocidos.
No tengo ningún dato histórico sobre el mismo.
Lo habréis oído contar; se resume en estos datos:
El Tío Melitón está en la cárcel de Soria.
Su prisión parece más bien benigna.
¿Burla al carcelero? ¿Concierta con él ésta salida?
Al caer el día, sale de Soria, andando. Llega a Covaleda. Todo lo tiene planificado. Quema la taina de un vecino con todos sus enseres y regresa de mañana de nuevo a la prisión. Cuenta la tradición popular anónima que, a su regreso y al pasar por Salduero sintió hambre y advirtió que están haciendo pan en una panadería y entró a pedir una hogaza. Este detalle es el testigo que le descubre. Dicen que el propietario de la taina era hermano del Tío Lerín. Esta familia le hacia frente, mientras que la mayoría estaba acobardada. La taina, es opinión común, estaba a la salida de Covaleda hacia Duruelo.
Eterna noche, propicia
para el terror y maldad,
fue aquella que alumbró el antro
en su pasión infernal.
Los celos de la venganza,
el rayo de la impiedad,
la prisa del asesino,
la furia del criminal
-que en prisiones retenidas
bien retenidas están-
en su impaciencia infinita
y deseos de aplastar
a su enemigo impotente
-¡ay! necia seguridad
en el sueño protegida
omnipotentes vendrán,
aliándose el engaño
con un secuestro falaz,
a vencer las resistencias
que obstaculizan su plan.
¡Qué buenas amigas son,
cómo se propiciarán
la noche larga y oscura
y la pérfida maldad!
Al amparo de la noche
camina sin descansar
en alas de la venganza
la cruel iniquidad
las dieciocho leguas largas,
que desde la cárcel van,
en ida y vuelta seguido,
hasta el siniestro lugar.
Son silenciosos sus pasos
que nadie adivinará
y, en el silencio nocturno
de los bosques, quedarán
para siempre sepultados
en su profunda oquedad.
Como una centella cruza,
serpenteando, el pinar
y todos los vegetales
-pues ven en la oscuridad-
Se asombran, más ni uno, al verle,
le impedirán caminar;
que no ven los pensamientos
ni la intención principal.
Las cien ovejas, rumiando
sueño dulce o buen pastar
en el redil recogidas
y a la ubre su recental,
no sospechan la tragedia
que pronto se cernirá
sobre ellas, sobre sus hijos,
sobre el recio semental.
También duermen los pastores
-segura felicidad-
Porque en la cárcel, ya, duerme
el temible criminal.
Pero iluso el dulce sueño
del hombre y del animal,
ya que muy pronto aterrados
del sueño despertarán.
¡El fuego de dos infiernos
a los dos ha de abrasar!
La sombra nocturna llega,
reposa para incendiar
todos los senos primero
del corazón abismal
con el odio acumulado
y con iras de vengar.
Ya por los cuatro costados,
sin ninguna humanidad,
todo arde por sus adentros.
Y a aquella tea fatal,
en un conjuro diabólico,
su fuego la enciende ya,
con un hálito profundo
del corazón criminal.
y la mano vengativa
a la taina arrojará,
ardiendo, la tea vil,
que al soplo del vendaval,
pastos, enseres y ovejas,
todo lo calcinará.
¡El fuego de los infiernos
es un fuego muy voraz!
Al amparo de la noche,
que ahoga el triste balar,
de Cova1eda regresa,
ufano, a la capital.
Inocente y manos limpias,
nadie podrá sospechar;
que, al albor del nuevo día,
de nuevo en prisión está.
Royó el hambre sus entrañas
en su largo caminar.
Ve en Salduero una tahona
abierta, y un fresco pan,
cocido en fuego de amor,
mendiga en viaje de paz.
Regusta la su venganza,
retando seguridad;
los lamentos y sospechas
tan lejos no se oirán.
Las gentes despavoridas
por la noticia fatal,
entre sospechas y cábalas,
de la noche al despertar,
se preguntan: -«¿ Quién quemó
la taina del arrabal?».
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