El día 31 de Agosto de 1923, aparecía en la prensa nacional, más concretamente en el diario «El Globo» este interesante artículo en el que su autor, Enrique Corral, hace una descripción de la tensa situación política que se vivía en Covaleda en aquel verano. La casualidad hizo que, pocos días después, se produjera el fatal incendio que acabó con dos terceras partes del pueblo y del que precisamente el próximo año hará el 90 aniversario.
Este es el artículo:
El Globo 31/8/1923, n.º 16.221, página 3
Vida regional: COVALEDA
Entre Albares, Haya Robles, Pudio y Doncel
Si en Covaleda se dieran exacta cuenta de que el arte de gobernar sólo gravita en defender (solidarizándose los más capacitados) los intereses generales de su patria chica, habría que reírse de Bilbao, en sus múltiples acometividades, incluyendo las siete líneas férreas de que dispone para desarrollar el emporio de su riqueza; porque Covaleda, sólo en pinos maderables, puede abastecer a toda Europa, y gran parte de América, con cuyo saneado ingreso debía ya disponer de ferrocarriles propios, tranvías eléctricos, centrales telefónicas y telegráficas, autobuses, con servicio diario hasta Miranda de Ebro: estafeta de Correos…
En cambio, por no tener, ni siquiera tiene alumbrado público, por no llegar a una inteligencia los catalogados en la población como políticos conspicuos, y dar al traste con todos aquellos encumbrados que ofrecen la «felicidad de Covaleda, desconociendo hasta el perfil de su psicología, los aprovechamientos de su término municipal.
¿Hasta cuándo van a tener unos y otros, «liberales» y «conservadores», puesta la venda, para no ver que sin renegar cada cual de su filiación política, ni claudicar de sus ideales, sólo deben perseguir el mejoramiento de su pueblo y dar progresivo impulso a cuanto lleva marchamo de útil y provechoso?
Brindo esta «postal» a la concordia; a la formación de una mancomunidad, que sólo se inspire en hacer los mayores beneficios a su pueblo, que, como menor de edad, debe merecer a todos, además del cariño, infinitamente más respeto que a todos los intrusos que jamás se preocuparon de Covaleda.
Hay que convencerse. Dando por sentado que no haya ni vencedores ni vencidos, deséchense los escrúpulos fermentados en el amor propio y por Covaleda y su tranquilidad dense el abrazo sincero y fraternal que simbolice la prosperidad y el engrandecimiento de quien sólo ha cometido el pecado de no percatarse a tiempo do que al amparo de las discordias intestinas, alimentadas y sistematizadas por la desaprensión de los profesionales, venían sufriendo los embates de la ruina, corno son todos, absolutamente todos, los honorables vecinos de la encantadora villa.
¿Estamos conformes? pues a sellar con el abrazo la fecha del resurgimiento de Covaleda, para dignificarla y enaltecerla.
Enrique CORRAL
Covaleda (Soria), agosto de 1923.
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